En San Patricio del Chañar, Neuquén, nuestras vides crecen al amparo del sol, el viento y el tiempo. Un proyecto familiar que honramos en cada botella.
En la inmensidad de la estepa patagónica, donde el viento talla el paisaje y el cielo parece no tener fin, nace Bodega Familia Aicardi. Allí, en San Patricio del Chañar (Neuquén), nuestras vides crecen en una tierra noble y generosa, moldeada por el clima seco, los vientos constantes y los días de sol intenso. Ese entorno extremo nos regala uvas de carácter puro, con una frescura natural y una identidad que solo puede nacer en la Patagonia.
Nuestra historia del vino comenzó hace más de un siglo, con Nicolo Aicardi, un joven viticultor italiano que llegó a la Argentina con el sueño de continuar el oficio de su tierra natal. Ese amor por el trabajo y por el vino fue transmitido de generación en generación hasta Enrique Rohde Aicardi, quien en 2011 fundó esta bodega familiar y boutique. Hoy, cada botella es una forma de honrar ese legado: un puente entre el pasado y la tierra que elegimos como hogar.
Somos pequeños productores, y eso nos enorgullece. Cada vino es el resultado de una búsqueda por equilibrar tradición e innovación, desde un cultivo sustentable hasta una vinificación artesanal donde nada se deja al azar. Creemos que el vino no solo se elabora: se cría, se cuida y se entiende, porque dentro de cada copa hay una historia, un paisaje y una familia.